Chile es un paraíso para los amantes del vino. Gracias a su clima mediterráneo, con inviernos lluviosos y veranos secos, y a la influencia de la Cordillera de los Andes y el Océano Pacífico, nuestro país ofrece condiciones perfectas para la viticultura.
Uno de los aspectos más fascinantes del vino chileno es su diversidad. Desde los intensos Cabernet Sauvignon del Valle del Maipo hasta los frescos Sauvignon Blanc del Valle de Casablanca, nuestras regiones vitivinícolas producen vinos para todos los gustos.
Además, Chile es hogar del Carmenere, una cepa francesa que encontró aquí su segunda oportunidad después de desaparecer casi por completo en Europa. Esta cepa se ha convertido en un símbolo del vino chileno y es un orgullo nacional.
No es de extrañar que Chile sea el cuarto mayor exportador de vino del mundo y que nuestras botellas sean galardonadas en concursos internacionales. Cada copa de vino chileno cuenta una historia de tradición, pasión y calidad que merece ser celebrada.